«Yo Estuve en la Plaza de Mayo»
A veces me pregunto, que fue lo que me impulsó ir a la histórica Plaza de Mayo. Pensar que 48 horas antes había sufrido la represión más grande de mi vida; la C.G.T. convocó a una manifestación que terminó con la vida del militante sindical justicialista de apellido Basile, en la Av. 9 de julio.
Créame Sr. /Sra. lectora lo que he visto ese día no se puede contar con palabras. Yo salía de la oficina ubicada entre las calles Diagonal Norte y Libertad, de traje y portafolios, y fui testigo de como la policía montada arrasaba con las mesas de un bar, donde la gente estaba bebiendo o comiendo, sin molestar a nadie, para combatir el calor o relajarse después de una jornada de labor. Apareció la montada y no dejó nada sano. Demás está decir que terminé encerrado en el baño de la confitería, junto a un grupo de personas temiendo por nuestras vidas.
También pude observar de como se le pegaba a un hombre, aparentemente, el encargado o sereno de la empresa, Y.C.F., fue rodeado por dos policías de la montada, lo encerraron y comenzaron a agredirlo con palos, nunca supe la suerte que pudo haber corrido este señor, quien pedía por sus hijos que no le pegaran más.
A pesar de estos antecedentes, un 2 de abril nos despertamos con la noticia de que habíamos recuperado las Islas Malvinas. Mi sentimiento nacionalista me llevó a la Plaza de Mayo. Parecía que aquel tormento del 31 de marzo había sido un sueño y por arte de magia se había borrado de mi mente.
No tenía noción de lo que podía acontecer, con mis 22 años, sufrí el impacto y me dirigí a la Plaza. Todo era alegría, «victoreamos» el nombre de Galtieri, cantamos el Himno Nacional, varias veces, estaba convencido de que se llegaría a un acuerdo diplomático, pero cuando escuché el discurso del ex presidente, «si quieren venir que vengan, los estamos esperando», las cosas cambiaron de rumbo.
Mi sentimiento nacionalista, si bien seguía intacto, aunque y lo reconozco, me atemorizaba la idea de un enfrentamiento con Gran Bretaña. Pensaba en Chile, aliado a la tercera potencia mundial por el conflicto por el canal de Beagle con nuestro país.
Pasaban los días y no había acuerdo y ya nuestros chicos se embarcaban hacia las Islas; era inminente, nos íbamos a enfrentar a Gran Bretaña, tercera potencia mundial.
Se había realizado un programa solidario, en el antiguo Canal 7, con la conducción de nuestra querida Pinky y «Cacho» Fontana, hubo todo tipo de donativos y nunca se supo a qué destinos llegaron, porque a nuestros valientes muchachos nada de lo recaudado les tocó.
El enfrentamiento llegó, la prensa fue manejada por «nuestro gobierno». Todo era alegría, los titulares de los diarios, periódicos y revistas nos daban ganadores; pero la realidad era otra. No estábamos ganando como nos decían, la vida de nuestros heroicos muchachos corría peligro. Ahora, también, íbamos a la Plaza pero a recriminarle a Galtieri que retire las tropas y a abuchearlo por todo el mal ocasionado. Las consecuencias todos la sabemos.
Si UD. me pregunta porqué fui a la Plaza de Mayo ese día, le respondería, simplemente, por mi Sentimiento Nacionalista que no me dejó ver la realidad de las cosas y no sabía qué podía llegar a ocurrir. Pero no voy a ser hipócrita en decir «esos que estuvieron en la Plaza», porque mire que estaba llena, yo no estaba solo allí, yo estuve y por un momento me sentí orgulloso de ser argentino, como lo soy ahora, pero en aquel momento necesitaba creer en mi país, necesitaba confiar en él, pero una vez más lo utópico me invadió y de un sueño que tuve, que me pareció que las cosas podían cambiar, la realidad me despertó y otra vez la oscuridad me invadió.
Querido lector/a lo mío puede ser criticable, pero necesitaba creer en mi país, en reivindicar mi Sentimiento Nacionalista , a volver a cantar con emoción nuestro Himno Nacional, nuestras canciones patria que, cuando niño nos emocionaban, a gritar Argentina – Argentina y no por ganar un partido o un mundial, sino por el orgullo de ser ARGENTINO. Quise estar allí y decir presente Argentina.
La realidad fue otra y mi Sentimiento Nacionalista se desvaneció, se esfumó, me fue difícil volver a creer. Hice lo que mi conciencia me dictó. Yo estuve en la Plaza, con mi corazón argentino, lleno de ímpetu, valor y emoción. Aunque las lágrimas de emoción luego se transformaran en profunda tristeza, una tristeza enorme no sólo por la pérdida de Nuestras Islas, sino y, lo que es más importante, que duele, es la vida que han dejado nuestros chicos en ellas. Estimado lector/a sé que usted me estará criticando o no, pero el ser Nacionalista es un orgullo Nacional y nadie me lo va a quitar, a pesar, de que a veces, los errores son cometidos por nuestros mismos impulsos.
Quiero brindarles a aquellos que han dejado su vida peleando en Malvinas y aquellos que pudieron regresar, un fuerte abrazo de compatriota y agradecerles su valentía, heroísmo. Valga nuestro reconocimiento desde IN-FORMARTE. Gentileza de Edgardo Larregina
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