1 de MAYO DIA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES


Si bien en 1868 el presidente estadounidense Andrew Johnson convirtió en ley que la jornada laboral fuese de 8 horas diarias, algunas ciudades fueron reacias a aplicar esta norma, entre ellas, Chicago, epicentro de la industrialización por el desarrollo del ferrocarril, donde las jornadas de trabajo eran de 16 horas. Comenzaron manifestaciones y revueltas el 1 de mayo, el 3 de mayo en las afueras de una fábrica, los policías comenzaron a disparar a los trabajadores, resultando 6 de ellos heridos.
Ante esto, se convocó a una manifestación para el día 4 de mayo en Haymarket Square. Este hecho, que se denominó “La Revuelta de Haymarket”, terminó con 38 muertos y más de 200 heridos entre policías y asistentes. Después de los hechos, 31 de los trabajadores fueron acusados, cinco de ellos condenados a la horca y tres a prisión.

El Gran Jurado estadunidense condenó a morir en la horca a su esposo y compañero, Alberto Richard Parsons, uno de los ocho Mártires de Chicago. Fue entonces cuando Lucy Parsons en la sala escuchó el veredicto: «-¡Culpables!»… -¡Morirán en la horca el próximo 11 de noviembre de 1887!, la mexicana sintió como un nudo le ahorcaba su débil garganta, pero sin hacer gestos en su cara, tragó saliva y se contuvo para no derramar lágrimas que mojaran sus pequeños ojos ante los verdugos… solo apretó el rostro contra su puño cerrado.
Tomó los cordones de una cortina, los amarró como un nudo de la ahorca y los arrojó por la ventana, para que los obreros concentrados en la plaza que cercaba al tribunal, entendieran el castigo que los capitanes de la industria le imponían a los que lucharon por reducir la jornada laboral a 8 horas.
El jurado declaró culpables a los ocho acusados. El juez Gary condenó a todos a muerte, salvo a Oscar Neebe, a quien impuso una condena de quince años de prisión.
Una vez que el Tribunal Supremo desestimó el recurso interpuesto por la defensa, el gobernador de Illinois, James Oglesby conmutó la pena de muerte de Fielden y Schwab por una condena a cadena perpetua. Lo hizo el 10 de noviembre de 1887. A Parsons se le advirtió que seguramente podría conseguir el mismo beneficio, debido a su fama, su pasado militar, a que se había entregado voluntariamente y a su nacimiento en Estados Unidos, pero se negó a pedir clemencia al gobernador, pues consideraba que se entendería como un reconocimiento de su culpabilidad.
Esa misma noche, Louis Ling se suicidó con un explosivo que consiguió colar en la prisión. Se lo puso en la boca como si se tratase de un cigarro y la detonación le voló media cara, pero no murió en el acto y tardó seis largas y agonizantes horas en fallecer.
Una mujer valiente, una luchadora…

Lucy publicó en 1987 un libro que Albert había redactado en la cárcel: «ANARQUISMO: su filosofía y base científica». También editó LIBERTAD una publicación mensual. Dedicó su vida a los derechos de los trabajadores también por el sufragio de las mujeres está igualdad en la remuneración el derecho el divorcio y casarse de nuevo. Lucy Parson murió en un incendio en su casa en 1942 a la edad de los 89 años.
Lucy llevó a sus hijos a darle el último adiós a su esposo Alberto Parsons así relato aquel momento: «en esa mañana melancólica del 11 de noviembre de 1887 llevé a nuestros dos pequeños niños a la cárcel para darle el adiós a mi amado. Encontré la cárcel sellada por fuera con cables pesados… en pocos minutos una patrulla nos detuvo y nos encerraron en la comisaría de la policía mientras el hecho infernal se consumaba. *Oh, miseria, he bebido la tasa del dolor de sus heces, pero sigo siendo una rebelde.* Lucy se convirtió en una de las importantes líderes del movimiento anarquista y obrero escribió un folleto muy popular titulado *Dedicatoria a los vagos* publicado en 1884 donde denunciaba como los patrones esclavizaban a sus trabajadores con jornadas de 16 horas haciéndolos vivir condiciones de miseria convertían a los trabajadores en vagabundos. Después de la muerte de su marido
Engel, Fischer, Parsons y Spies habían sido ejecutados en la horca. Cuando esto estaba ocurriendo y como lo habían hecho en incontables manifestaciones anteriores, cantaron La Marsellesa, el himno revolucionario por excelencia, antes de subir al cadalso. Engel y Fischer gritaron “viva la anarquía” antes de morir y Parsons exclamó “llegará el día en el que nuestro silencio será más poderoso que las voces que ahogáis hoy. Dejad que se escuche la voz del pueblo”.

Filed under: Uncategorized | Leave a comment »
Debe estar conectado para enviar un comentario.